Nada más leer en qué consistía esta primera actividad, me ha venido a la cabeza Charo, una querida amiga que nos dejó hace ya casi cinco años con toda una lección de vida y valentía.
Era una mujer inteligente, generosa y bellísima que contagiaba alegría a cualquiera que tuviera la suerte de estarle cerca. Deliciosamente despistada, brillaba con luz propia. Le encantaba leer, era una de sus pasiones; de hecho, participó durante muchísimos años -hasta el final- en una enriquecedora tertulia literaria junto a otras mujeres. Allí tuve la suerte de empaparme de su sabiduría y su profundo amor por la vida. También en su trabajo, como profesora y directora de un instituto, dejó una huella honda que perdura en quienes aprendieron a su lado. Creo que, además, bailaba muy bien.
Por suerte, no podría recordar una única acción memorable, pues todo lo que hizo lo hizo tan bien y con tanta humildad que no es posible elegir. Tanto hizo, y tan bien, que hace una semana se inauguró en Villanueva de la Serena (Badajoz) un centro museístico que lleva su nombre: Charo Acero. También su querida tertulia se llama ahora como ella. Si supiera todo esto, abriría mucho los ojos, mucho, y luego le daría la risa floja. E iríamos todas detrás, a carcajada limpia. Así era.
No hay comentarios:
Publicar un comentario